LA HERRMANA FAVORITA: Subete a la torre, baja de la torre

Los ~~dos~~^treshermanos no sólo se amaban: estaban unidos entre sí por corrientes misteriosas, enlaces psíquicos, átomos con ganchos de naturalezas gemelas, y eso a pesar de que eran de edades muy diferentes y caracteres diametralmente opuestos. Sus reacciones eran idénticas. Sentían simpatías o antipatías igualmente súbitas, y fueran donde fueran salían con las mismas impresiones sobre la gente que habían visto.

(…)

Pero también, hay que decirlo, el lazo de la fraternidad entre los ~~dos~~^tres hermanos estaba hecho de algo más poderoso aún. Su trabajo se confundía a tal punto, sus ejercicios se mezclaban tanto, y lo que hacían parecía pertenecer tan poco a uno de ellos en particular, que los aplausos se dirigían siempre a la asociación, y nunca se separaba a la pareja en el elogio o la crítica. Es así que estos ~~dos~~^tres seres habían llegado a no tener, entre los ~~dos~~^tres –y esto constituye un caso prácticamente único en las amistades humanas- más que un solo amor propio, una vanidad, un orgullo, que era herido o halagado a la vez en los ~~dos~~^tres.

Edmond de Goncourt, Les Frères Zemganno, Èditions Slatkine, “Fleuron”, 1879.